Y en mi caso ya es el sexto, el Tenorio Mendocino inicia un nuevo curso. Por fin, después de once meses, llega la primera reunión. Temida reunión, puesto que cada año nos llevamos una nueva sorpresa, desilusión, alegría, enfado... pero que, en cualquier caso, es uno de los principales alicientes que presenta este evento. Hasta ahora me ha ido bien. Poco a poco he ido ascendiendo en la escala de valoración de los organizadores hasta culminar el año pasado con el papel de Don Juan Tenorio, la principal motivación que me llevó a introducirme en este mundillo. Así que ya no me queda más que pedir, puesto que nunca me ha gustado encasillarme en un personaje. Lo que me den (excepto Don Luis Mejía por tercera vez) será bienvenido, aunque lo cierto es que estaría bien repetir de Don Juan por última vez. Tampoco estaría mal ejercer como ayudante de dirección, aunque tendría que verme demasiado a menudo con Superté, y claro, con la camiseta de "Abajo los Zidanes; arriba los Pavones" sería un poco violento. Ya os iremos informando del desarrollo del Mendocino 2008, que puede presentar varias novedades. Esperemos que la Escuela Municipal de Teatro no toque las narices y se haga con el reparto, puesto que el Tenorio de de Gentes de Guadalajara y para las gentes de Guadalajara. Aunque Eyro ya empiece a caminar sin ataduras.
JGB
lunes, 29 de septiembre de 2008
miércoles, 24 de septiembre de 2008
Pavones con orgullo
¿Y qué tengo que hacer?
¿Buscarme un valedor poderoso, un buen amo,
y al igual que la hiedra, que se enrosca en un ramo
buscando en casa ajena protección y refuerzo,
trepar con artimañas, en vez de con mi esfuerzo?
No, gracias. ¿Ser esclavo, como tantos lo son,
de algún hombre importante? ¿Servirle de bufón
con la vil pretensión de que algún verso mío
dibuje una sonrisa en su rostro sombrío?
No, gracias. ¿O tragarme cada mañana un sapo,
llevar el pecho hundido, la ropa hecha un harapo
de tanto arrodillarme con aire servicial?
¿Sobrevivir a expensas de mi espina dorsal?
No, gracias. ¿Ser como ésos que veis a Dios rogando
-oh, hipócritas malditos- y con el mazo dando?
¿Y que, con la esperanza de alguna sinecura,
atufan con incienso a quien se las procura?
No, gracias. ¿Arrastrarme de salón en salón
hasta verme perdido en mi propia ambición?
¿O navegar con remos hechos de madrigales
y, por viento, el suspiro de doncellas banales?
No, gracias. ¿Publicar poniendo yo el dinero
de mi propio bolsillo? Muchas gracias, no quiero.
¿Hacerme nombrar Papa en esas chirigotas
que en los cafés -cañas- celebran, reunidos, los idiotas?
No, gracias. ¿Desvivirme para forjarme un nombre
que tenga de endiosado lo que no tiene de hombre?
No, gracias. ¿Afiliarme a un club de marionetas?
¿Querer a toda costa salir en las gacetas?
¿Y decirme a mí mismo: no hay nada que importe
con tal de que mi ingenio se cotice en la Corte?
No, gracias. ¿Ser miedoso? ¿Calculador? ¿Cobarde?
¿Tener con mil visitas ocupada la tarde?
¿Utilizar mi pluma para escribir falacias?
No, gracias, compañero. La respuesta es: no, gracias.
Cyrano
La farsa de la vida (y del teatro)
Y en ella vistéis, como en las farsas de la vida, que a esos muñecos, como a los humanos, muévenlos cordelillos groseros, que son los intereses, las pasioncillas, los engaños y todas las miserias de su condición; tiran unos de sus pies y los llevan a tristes andanzas; tiran otros de sus manos, que trabajan con pena, luchan con rabia, hurtan con astucia, matan con violencia. Pero entre todos ellos, desciende a veces del cielo al corazón un hilo sutil, como tejido con luz de sol y con luz de luna, el hilo del amor, que a los humanos, como a esos muñecos que semejan humanos, les hace parecer divinos, y trae a nuestra frente resplandores de aurora, y pone alas en nuestro corazón y nos dice que no todo es farsa en la farsa, que hay algo divino en nuestra vida que es verdad y es eterno, y no puede acabar cuando la farsa acaba.
Jacinto Benavente
Jacinto Benavente
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